Natalia Krivoshein de Canese (Asunción)

CULTURA Y BILINGÜISMO EN EL PARAGUAY


1. La unión de dos culturas

La población paraguaya actual es el resultado de la mestización de dos tipos étnicos y culturales diferentes: uno americano, otro europeo: guaraníes y españoles. Esta mestización tiene características algo diferentes a la que se realizó en otras regiones americanas, en algunas de las cuales ella no llegó a completarse y existen, por un lado, grupos importantes de descendientes de indígenas que conservan la mayoría de sus rasgos raciales y culturales originarios y, por otro lado, una población que está compuesta por descendientes de españoles u otros europeos con sus características étnicas y culturales propias.

En nuestro país, desde el comienzo de la conquista y colonización se produjo -principalmente a causa del aislamiento geográfico y la ausencia de metales preciosos- una intensa mestización por el muy reducido número de hombres españoles en medio de una gran población indígena. Esto último los indujo a tomar como esposas o concubinas a las indias guaraníes y a practicar la poligamia. Hoy en día la población paraguaya es mestiza prácticamente en su totalidad.

Se conoce poco y hay muchas opiniones sobre la proporción de "sangre" indígena y española que entra en la composición biológica de la población paraguaya. En las áreas rurales parece prevalecer el elemento indígena y en las urbanas el español, aunque eso no sea muy determinante y se pueda encontrar tanto entre los ciudadanos como entre los campesinos tipos raciales que se asemejan a representantes de cualquiera de sus dos ascendencias, así como tipos mixtos o mestizados en la mayoría de los casos (Service: 285, 286).

Como consecuencia de la mezcla de los dos tipos étnicos, cada uno poseyendo su propia cultura -una, neolítica con conocimiento de la agricultura y otra, europea del siglo XV estancada por el prolongado aislamiento en que estuvo primero la provincia y luego el país independiente-, se produjo una mezcla que dio por resultado la actual cultura paraguaya.

Todavía no se ha llegado a estudiar suficientemente qué proporción de cada cultura originaria entró en la mezcla resultante y hay quienes discuten sobre si tenemos una o dos culturas paraguayas. Aparentemente prevaleció la cultura del dominador: la organización política, social y económica; la religión; la vestimenta y la vivienda; los instrumentos de metal y las técnicas de producción; el arado y la carreta. De la cultura indígena se conservan algunas costumbres y utensilios: el uso de la yerba mate y otros productos agrícolas; valores como la solidaridad y la cooperación; y -lo más sorprendente- la lengua guaraní hablada por casi toda la población.

Es evidente la existencia de una cultura propiamente paraguaya que es muy homogénea y compartida por toda la nación. Somos culturalmente originales y diferentes en muchos aspectos respecto a nuestros vecinos argentinos, uruguayos, chilenos, bolivianos y brasileños. Tenemos ricas tradiciones que son propias de este país: música, folclore, comidas típicas, costumbres y valores; de los que participamos todos.

Con respecto al uso mayoritario del guaraní en toda la extensión del país, una lengua aborigen americana, se puede decir que el Paraguay es el único caso de este tipo en América. La lengua española, lengua del dominador usada en casi todo el continente, se usó también en el país desde su origen pero cuenta con menor número de hablantes, calculado en poco más de la mitad de la población.

Como la lengua guaraní se usa más en el campo, donde reside la mayoría de la población, y el castellano se usa más en las áreas urbanas, se podría decir que hay una cultura rural y otra urbana; pero -por la gran movilidad social entre campo y ciudad- en las ciudades nadie es ajeno a las costumbres y usos campesinos. También hay pocas cosas de la cultura ciudadana que el campesino no conoce porque ambas culturas han estado en contacto por mucho tiempo, solamente que el campesino no puede participar de esta cultura, está forzado a vivir en las costumbres que funcionan para él bajo circunstancias económicas particulares y que es incapaz de cambiar (Service: 291).

Cada cultura debe corresponder a una lengua y cada lengua a una cultura. Como en el Paraguay el 90% de la población habla en guaraní y el 55% en castellano, según el censo de 1982, tendríamos que deducir que hay dos culturas nacionales: prácticamente todos los paraguayos pertenecerían a la cultura paraguaya que se expresa en guaraní y más de la mitad serían biculturales poseyendo dos culturas nacionales. Sin embargo, se puede afirmar que la única cultura verdaderamente nacional y paraguaya es la que se expresa en guaraní. Los que también hablamos en castellano, participamos de la cultura hispana, muy semejante a la de los demás países de América Latina y que es próxima a otras culturas europeas. Pero esa cultura no es una cultura verdaderamente paraguaya, es cultura europea y universal. La nación está atrasada desde el punto de vista del desarrollo del comercio y la industria internacionales, es esencialmente una sociedad campesina, pero desde el punto de vista de la unidad cultural es muy avanzada (Service: 289). Gracias a Dios, el pueblo paraguayo no está del todo "civilizado" ni del todo "desarrollado" y por lo tanto puede todavía ser paraguayo. Hay en él recursos del pasado que son energía para el futuro. La cultura que comprenda ese proceso y lo potencie en el pueblo, será cultura nacional (Meliá: 77).

La cultura paraguaya entonces -a nuestro parecer-, a pesar de tener aparentemente más elementos de procedencia española que de la aborigen, es la que principalmente se expresa en guaraní y los paraguayos que aprenden el castellano lo hacen como quien aprende por necesidad una lengua extranjera.

Esto se refleja en la escasez de literatura paraguaya en castellano -el escritor se encuentra con la dificultad de expresar en español una realidad pensada en guaraní-, y también en que usamos muy pocos dichos y proverbios en español. En cambio tenemos muchísimos ñe'enga, que se dicen en guaraní o jopara (mezcla de guaraní y castellano). La literatura en guaraní también es escasa y eso se debe a que no se nos enseñó a leer y escribir en guaraní. Somos analfabetos en la lengua que casi todos hablamos, pero se tiene una riquísima "literatura" oral: adivinanzas, proverbios, relaciones, relatos, fábulas, mitos y leyendas que se cuentan en guaraní y corren de boca en boca entre la gente campesina.

Si se llegara a alfabetizar a la población en guaraní se estimularía su producción literaria y podría producirse un auge cultural, recién entonces habría una verdadera literatura paraguaya en guaraní. Si además de eso se enseñara en las escuelas a hablar en castellano con métodos efectivos de enseñanza de segundas lenguas también aumentaría en calidad y cantidad la literatura paraguaya en español porque aumentaría su número de lectores y escritores.

2. Causas de la sobrevivencia del guaraní

El guaraní no sólo sobrevivió en el Paraguay y algunas regiones cercanas de los países con que limita, sino que se volvió la lengua que habla casi toda la población de un país sudamericano moderno. Los que lo hablan no son indígenas, son mestizos con cultura hispana usando técnicas de producción, organización social y económica -aunque anticuadas-, de origen europeo.

Como dice Morínigo en Raíz y destino del guaraní, esta situación se debería principalmente a la originaria constitución de la sociedad (71). Como consecuencia de la superioridad numérica de hablantes del guaraní y la relación de parentesco que existía entre españoles e indios, la lengua indígena gozó desde el comienzo de una amplia aceptación social. Esta lengua era la diaria en la vida paraguaya y la aceptación social era paralela a la del español, en contraste a lo que ocurría o ocurre aun en el resto de América donde quien habla la lengua autóctona sufre discriminación racial (72, 73).

La razón por la que los días del guaraní no están aun contados, por la que no ha perdido su fuerza creativa interior, por la que se ha creado una literatura que interesa a sus hablantes, es clara y sencilla: el guaraní ha dejado de ser una lengua india para poder ser el instrumento de expresión de los sentimientos colectivos de un pueblo que pugna por ser parte de la vida occidental (177).

El guaraní dejará de hablarse el día que esté agotada su capacidad de adaptación a los tiempos modernos para seguir interpretando en el campo semántico las necesidades a que la cultura actual le ha confinado, las singularidades intransferibles de un pueblo que todavía se siente ligado a un pasado ancestral, porque se ha constituido -precisamente por haber sido tradicionalmente la lengua vernácula de todas las clases sociales- en una suerte de fundamento del patriotismo local (176, 181).

La aceptación social que siempre tuvo el guaraní sigue hasta hoy en día, incluso va creciendo últimamente por su uso en educación, medios de comunicación, y su reciente promulgación como lengua oficial del país. Sin embargo, siempre hubo y hay hasta ahora quienes -primero desde el poder colonial y luego desde los gobiernos independientes- pretendieron y hasta ahora pretenden denigrarlo y desplazarlo, usándolo solamente cuando se requiere la cooperación del pueblo, por ejemplo, en caso de guerra o en época de elecciones.

3. Guaraní y español: dos lenguas en contacto

A las personas que hablan dos lenguas las llamamos bilingües y a las comunidades en las que coexisten dos lenguas se las suele llamar diglósicas. La diglosia es una situación en que una de las dos lenguas -llamada lengua alta o estandar- goza de un estatus más privilegiado: se la usa en situaciones formales como serían la administración pública, el sistema educativo, la religión y los medios de comunicación. La otra lengua -la lengua baja o vernácula-, se usa en situaciones informales: en el hogar, en el trabajo, con familiares y amigos.

Las comunidades lingüísticas en las que están difundidos tanto la diglosia como el bilinguismo a veces hasta comprenden una nación entera, pero realmente hay pocas naciones que sean totalmente bilingües. Una aproximación a tal nación es el Paraguay, donde más de la mitad de la población habla español y guaraní (Fishman; 1979: 121; citando a Rubin).

Desde el comienzo de la colonia el castellano fue la lengua alta en la región, que se usó en documentos oficiales y relaciones con el gobierno mientras que el guaraní se usaba en las relaciones íntimas, familiares y laborales (Meliá: 41; Morínigo: 70). Esta situación persiste hasta hoy en día y es causa de una relación injusta en que una gran parte de la nación -los que hablan sólo en guaraní y que son un 40% del total- no tienen acceso al gobierno, la educación, la cultura universal y, a consecuencia de ello, al progreso económico. En las misiones jesuíticas que convivieron con la sociedad colonial, la situación del guaraní era diferente. En ellas fue desde el principio lengua literaria y se usó para enseñar a los indígenas a leer y escribir. Fue la lengua única de los pueblos de indios de las misiones de los jesuitas y en ellos hasta la correspondencia oficial con las autoridades se llevaba en guaraní (77).

El guaraní de las misiones era lengua de indios de un nuevo modelo de sociedad que tal vez ninguna otra lengua aborigen americana haya emprendido, la aventura de una adaptación a necesidades culturales traídas de afuera, sin negarse a sí misma (Meliá: 42). Después que los jesuitas fueron expulsados de la región desapareció el modelo de sociedad que crearon, aunque se conservaron -además de las impresionantes ruinas que hoy admiramos- documentos y literatura en guaraní producida bajo su influencia. Es muy probable que esa experiencia fue la que más ayudó a la sobrevivencia y grado de difusión actual del guaraní en nuestro país.

Hoy en día, aunque hay hablantes de ambas lenguas tanto en áreas urbanas como en las rurales, prevalece el bilinguismo y el monolinguismo en español en las primeras y el monolinguismo en guaraní en las últimas. El guaraní todavía puede considerarse como lengua vernácula usada en situaciones informales, pero su situación está empezando a cambiar -por lo menos respecto a su estatus legal- por su reciente inclusión como lengua oficial en la Constitución Nacional de 1992, así como por la inclusión en ella del artículo referente a su uso en la educación.

El castellano continúa siendo la lengua que goza de mayor prestigio en nuestro país, porque todos somos conscientes de que su conocimiento es indispensable para relacionarnos con los países vecinos, tener acceso a la educación, la justicia, el gobierno, los puestos de trabajo y -por consiguiente- a la prosperidad económica. Sin embargo, el guaraní despierta en la gente sentimientos de orgullo y lealtad lingüística (Granda; 1990: 160). El conocimiento del guaraní es tenido como índice de la nacionalidad paraguaya, se considera extranjero al que no lo habla. Los paraguayos siguen siendo nacionalistas y mucho de esa emoción parece que se relaciona con sentimientos sobre su lengua (Service: 287).

El contacto de lenguas está considerado como un aspecto del contacto de las culturas y la interferencia lingüística como difusión de las culturas y aculturación (Weinreich: 5). Cuando en una región o país se ponen en contacto e interactúan dos comunidades de diferentes culturas que hablan diferentes lenguas, como resultado de este contacto pueden darse tres posibilidades: 1) Que una de las lenguas prevalezca sobre la otra y la haga desaparecer; 2) Que se produzca una mezcla de las dos lenguas formando una tercera como, por ejemplo, la lengua inglesa actual; 3) Que se use el "code switching" o cambio de código, alternando en el habla trozos de ambas lenguas.

En nuestro país, ninguna de las dos lenguas que entraron en contacto desde la época de la conquista llegó hasta ahora a prevalecer sobre la otra hasta hacerla desaparecer y, aparentemente, no parece que esto sea posible a corto plazo. Tampoco llegó hasta ahora a formarse una tercera lengua, aunque ambas -tanto el guaraní como el castellano que hablamos corrientemente- contienen una considerable proporción de mezcla del uno en el otro. El cambio de código es de uso muy frecuente entre nosotros.

Se suele llamar jopara al guaraní paraguayo que tiene mucha interferencia del castellano. Esta variedad no puede todavía considerarse como una nueva lengua porque la interferencia se da guaraní. Pero si no actuamos a tiempo corrigiendo el uso de las lenguas en la educación, podría llegar a formarse una tercera lengua.

Las cifras sobre el bilinguismo paraguayo que arrojan los censos no son confiables porque no especifican el grado de bilinguismo de las personas (Granda; 1980: 16). La mayoría además de hablar una de las dos lenguas tenemos por lo menos algún conocimiento de la otra y la competencia lingüística en la segunda puede variar entre bilinguismo incipiente y subordinado. Son pocos los que realmente puedan considerarse bilingües coordinados, es decir, personas que manejan ambas lenguas con la misma soltura y perfección.

El manejo deficiente del español es muy notorio, la mayoría tenemos serias dificultades para expresarnos en español. "Las dificultades que comportan los textos de español paraguayo de representantes de los sociolectos más profundamente interferidos por el guaraní pueden ser excesivas y conducir a momentos de parcial interrupción comunicativa o de alteración parcial o total del mensaje emitido" (Granda; 1982: 81).

Las faltas de concordancia, la ausencia de expresiones con estructuras más complejas, la incoherencia y la inexactitud, son características en el habla y en la redacción de la mayoría de los estudiantes y, ni qué hablar, de las clases populares.

Esta situación, consecuencia del tratamiento injusto para con los hablantes del guaraní que se practicó desde la colonia, continuó o se incrementó en la de la independencia y persiste hasta hoy, puede tener consecuencias muy graves para la sociedad paraguaya. "Es el ser y la justificación de la sociedad paraguaya lo que está en juego". Un sistema lingüístico no es mejor que otro, una lengua no es superior a otra, lo único malo es carecer de lengua y el alinguismo es por desgracia posible (Meliá; 1988: 39, 40).

La poca competencia de los paraguayos en general en el uso del castellano se debe a que en el sistema educativo se pretendió y se pretetende hasta ahora dar instrucción en una lengua que la mayoría de los niños -por lo menos el 60% de los que están en edad de comenzar la escuela- no entienden ni hablan. Más de la mitad dejan la escuela antes de concluir la etapa primaria y los que logran aprender el español lo aprenden en forma muy deficiente.

Generalmente los padres quieren que sus hijos aprendan a hablar, leer y escribir en castellano, pero ellos no son conscientes de que para que eso sea factible hace falta primero alfabetizarlos y darles instrucción en guaraní así como enseñarles el español como segunda lengua. Sienten la necesidad de conocer el castellano para tener acceso a la educación y la participación en el poder político y económico, pero no conocen las ventajas que puede representar un plan de educación bilingüe que, para tener éxito, tendría que ir precedido por una intensa campaña de conscientización de toda la población.

Para que surja un verdadero cambio en la relación entre ambas lenguas todavía falta redactar -a partir de la nueva Constitución- leyes que regulen su uso en la administración pública y los medios de comunicación, así como su aplicación efectiva en la educación. La planificación lingüística y la educación bilingüe encaradas con acierto a nivel nacional pueden ayudar muchísimo para desterrar la injusta situación de los monolingües en guaraní y las deficiencias de la competencia de los paraguayos en ambas lenguas.

4. Variedades actuales del guaraní y del castellano paraguayos

Tanto el guaraní como el castellano que hablamos, por el contacto en que convivieron, se han interferido mutuamente en la pronunciación, en el léxico y en las estructuras gramaticales. Se llegó en la actualidad a una situación en que se hablan dos lenguas, cada una de las cuales tienen a su vez variedades -que son dos "continuums" y, de las que por medio de una abstracción podemos separar una más prestigiosa o estándar que se usa en situaciones formales y otra coloquial o popular usada en las relaciones más íntimas e informales. Las variedades del castellano y del guaraní que tienen menor cantidad de interferencia son las más prestigiosas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que un purismo excesivo resulta perjudicial.

En el guaraní paraguayo hay mucha interferencia del español y se usan innumerables hispanismos. Los hispanismos son préstamos o palabras extranjeras que se integran en la lengua, a veces con cambios fonéticos, como serían: sevói (cebolla), asuka (azúcar), aramiro (almidón). Muchos piensan que los hispanismos constituyen un gran peligro para la sobrevivencia del guaraní, están equivocados. Los hispanismos fueron desde el siglo XVI un procedimiento adoptado por la lengua para asimilar y ponerse a tono con el forzoso cambio cultural que la presencia del europeo y la adopción de su estilo de vida impuso a los guaraníes (Morínigo: 176).

Las interferencias, en cambio, son ocasionales y generalmente consisten en la introducción de palabras tal como se pronuncian en la lengua de origen. La planificación lingüística podría ayudar a disminuir la cantidad de interferencias.

El castellano paragayo debe muchas de sus características a las diferencias dialectales de la lengua de los colonizadores y otras a interferencias del guaraní (Krivoshein y Corvalán: 13). Vamos a citar algunas de ellas solamente como ejemplos ilustrativos.

La pronunciación local de la /ll/ como consonante palatal lateral es diferente a la de la /y/ como consonante africada. En esto difiere de la pronunciación de los otros países rioplatenses donde ambas corresponden al mismo sonido de consonante palatal fricativa sonora: halla y haya se pronuncian de la misma forma. En el castellano paraguayo no hay diferenciación entre la pronunciación de /s/, /c/ y /z/, todas se pronuncian como alveolar fricativa, en cambio en España y algunos otros países hispano-hablantes se pronuncian como palatal fricativa la /s/ y como interdental la /c/ y la /z/. El voseo es común a toda la región rioplatense y la única forma de segunda persona de trato informal usada en el Paraguay.

Una de las innumerables singularidades léxicas que se pueden citar como ejemplo de arcaísmo proveniente del habla de los colonizadores es la palabra argel que para nosotros significa antipático, desagradable, y la aplicamos tanto a personas como a objetos. Posiblemente esta palabra la usaban como adjetivo despectivo los españoles del siglo XV comparando a las personas con quienes no simpatizaban con sus enemigos, los moros que vivían en Argelia.

La mezcla de lenguas puede producir enriquecimiento, empobrecimiento y sustitución y en nuestra habla cotidiana se dan en forma profusa estos tres fenómenos (Krivoshein y Corvalán: 15). Ejemplos de enriquecimiento serían las partículas del guaraní usadas cuando hablamos en castellano como na (por favor), pa (partícula interrogativa), gua'u (ficticiamente), y tantas otras; así como tantísimas palabras tomadas en forma de préstamo, como ñembotavy (hacerse el desentendido), mbarete (poderoso), oparei (final intrascendente). Empobrecimiento sería el desconocimiento o poco uso de palabras como jalar, bonito o cesta. Ejemplo de sustitución entre otros muchísimos sería el uso del diminutivo i en vez de los castellanos illo o cillo: Jose'i en vez de Josecillo.

Como otra forma de enriquecimiento podría considerarse a las palabras o frases mixtas, formadas con elementos de ambas lenguas, que se usan tanto en el guaraní como en el español paraguayo coloquial, y que se siguen formando todos los días. Dos de las que aparecieron recientemente son pila'i e ingueroviable. La primera significa débil, desganado y proviene del uso generalizado de la radio a transistores entre los campesinos paraguayos. La segunda es creación de intelectuales y periodistas en son de broma y significa increíble.

Germán de Granda (1990: 162) opina al respecto que la interferencia léxica del guaraní sobre el español paraguayo, lejos de representar un elemento desestructurador de este último código lingüístico, constituye, por el contrario, un factor positivo de enriquecimiento del mismo y desempeña un relevante papel en cuanto a expresión de amplias posibilidades denotativas y connotativas que no podrían ser realizadas utilizando solamente los recursos léxicos propios del castellano normativo.

Para que la población paraguaya pueda acceder al uso correcto y eficiente de sus dos lenguas sería preciso encarar en forma seria y organizada la educación bilingüe basada en una planificación lingüística que tomara en cuenta: la selección de normas prestigiosas para el guaraní y el español paraguayos; la aceptación de las mismas especialmente en la enseñanza y en los medios de comunicación; codificación progresiva de los diasistemas paraguayos español y guaraní; y la elaboración de ambos sistemas a partir de la codificación y la normalización (Granda; 1982: 84).

En el sistema educativo de nuestro país, se han fijado como metas en la enseñanza de ambas lenguas modelos de variedades que no tienen uso en el país, ni aun en la región rioplatense. Se trata de enseñar una variedad de castellano con, por ejemplo, los pronombres tú y vosotros de segunda persona de trato informal y las conjugaciones verbales correspondientes (Krivoshein y Corvalán: 11). En el guaraní que se enseña en los cursos básicos de la educación secundaria se ha introducido una excesiva cantidad de neologismos que no son conocidos ni usados en el habla corriente, como sistemas de numeración, días de la semana, meses del año, elementos de aula, etc.

La equivocada elección de los objetivos respecto a las variedades de las lenguas nacionales produce rechazo por parte de los alumnos y padres de familia -en el caso del guaraní-, dificultades de comunicación y bajo rendimiento escolar -en el caso del castellano.

El error principal, sin embargo, en la política educativa paraguaya -para el que actualmente hay propósito de enmienda- es la ausencia de programas de alfabetización en lengua materna para los que hablan sólo guaraní- y enseñanza del español como segunda lengua. Esta deficiencia provoca una falta de aprovechamiento en todas las materias y especialmente en castellano, deserción y un rendimiento escolar que en la primaria no alcanza el 50%. Los niños que llegan a aprender el castellano a pesar de que no se les enseña en forma adecuada la estructura de la lengua quedan con una competencia lingüística deficiente para toda la vida.

Para que la educación dé los resultados esperados en una sociedad bilingüe como la nuestra debe hacerse en la lengua materna en los tres primeros grados y enseñar la segunda lengua como lengua extranjera. Además se deben elegir las variedades de guaraní y español que sean más adecuadas y funcionales.

El español paraguayo coloquial debe usarse para redactar los primeros textos de educación primaria (Krivoshein y Corvalán : 19) porque tiene características muy propias en cuanto a léxico y estructura gramatical. Ningún niño en edad de empezar la escuela -aun de clase alta- entiende más que esa variedad de castellano porque existen en él carencias, diferencias léxicas y gramaticales respecto al español paraguayo estándar y ni qué decir respecto a la variedad ibérica que usan muchos textos escolares y libros de cuentos infantiles.

El español paraguayo estándar, que se usa en los medios de comunicación y otras situaciones formales, en el que se respetan las normas que fija la Real Academia Española aunque eligiendo modalidades y estilo propios de entre las posibilidades que da la lengua, es la variedad de español cuyo conocimiento tendría que ser la meta en la educación paraguaya; pero que debería ser introducida progresivamente durante la educación primaria mediante métodos adecuados y modernos de enseñanza de lenguas (Krivoshein y Corvalán: 9, 17, 18).

La aspiración generalizada en nuestro país, que tendría que ser el objetivo de la planificación lingüística y de la educación bilingüe bicultural, es el logro de un bilinguismo coordinado entre guaraní y castellano para todos los habitantes. Esta es la condición indispensable para que el país tenga posibilidades de practicar la democracia, conservar su identidad nacional, acceder al progreso socio-económico y participar con éxito de la integración regional en el marco del Mercosur.


BIBLIOGRAFIA

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