En la tribu vivía una mujer extraordinariamente
bella, Kerana (dormilona), que
pasaba los días dormiendo. Era la hija de Marangatu. Tau, el espiritu
malo, se enamoró
de ella. Se transformó en un jóven y intentó raptarla, pero Angatupry, el espíritu del
bien, intervino para defenderla. Pelearon por siete días y noches, y Angatupyry venció a
Tau. Fue exiliado por Pytajovái, el diós del valor y de la guerra, quien llevaba dentro
de sí el fuego de la destrucción. Tau rapta a
Keraná. Arasý lo maldice, y procrean siete hijos sietemesinos monstruosos o
fenómenos. Es el origen de los
mitos y leyendas que conocemos.
- Teju-Jagua (lagarto/iguana-jaguar) (o Jaguaru): Es un gran lagarto con cabezas de
perro. Dominador de las cavernas y protector de las frutas.
- Mbui-Tu'î (víbora-loro): una enorme serpiente con pico de
loro. Sus dominios eran
los grandes esteros. Fue protector de animales acuáticos y anfibios, del
rocío, de la humedad, y de las flores.
- Moñái: dios del campo, del aire, y de los
pájaros. Protector de los robos y picardías. Era aficionado a robar y acumular el fruto de sus robos en una gruta del cerro
Yvytykuápe, hoy llamado cerro Kavaju, en Atyrá. Fue quemado por Avare Tume en la gruta
que desde entonces se llama Moñái-kué, cerca de Jaguarón, con sus seis hermanos y con
Porãsy, que se sacrificó para salvar a su pueblo del dominio de los siete hermanos
monstruos maléficos.
- Jasy-Jatere (fragmento de la luna): hombrecillo de cabellos
dorados, señor de las sietas, poseedor de una varilla mágica que le hacía
invisible. Protector de las avejas y
del ka'a-ruvichá o yerba hechicera. Extraviaba a los niños para llevarlos a su hermano
Aó-Aó, que era caníbal.
- Kurupi con un enorme miembro viril, largo como un
lazo. Espíritu de la fecundidad,
señor de las selvas y de los animales silvestres. Secuestraba a niños y
mujeres.
- Aó-Aó espíritu de la fecundidad, dejó mucha
descendencia. Era caníbal y
considerado el señor de los cerros y montañas.
Luisón o Luisõ, hombre de la noche y compañero de la
muerte. Sus dominios eran los cementerios. Vivía de la carne de
difuntos. Era feo, de cabellos largos y sucios, con una
palidez mortal y olor fétido. Causaba repugnancia y terror.
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