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Manuel Ortiz Guerrero

Villarrica tiene el particular don de prohijar artistas. Y uno de los artistas de esa región del país cuya poesía, por sublime y expresiva, tiene dimensión universal, es Manuel Ortiz Guerrero.

Nacido en la capital del Guairá en 1894, su infancia fue acuñada por los sones milenarios de la brisa del Yvytyrusu, y la poesía del paisaje enmarcado por los cerros, fue palabra para pintar un paisaje, fue verbo para el amor y fue alegato que marcó un camino, cuando exhortó a "atreverse siempre", pues "es ese un culto que pocos profesan".

La lírica de Manuel Ortiz Guerrero es un marco referencial para estudiar a todos los poetas líricos connacionales.

Su vida fue rara y embellecida mezcla de grandeza y dolor. Cuando madura el poeta y sus versos brotan a borbotones como un acto fisiológico de vivir, cuando el alma viste el ropaje de la virtud y el talento, la carne sufre el látigo de una enfermedad incurable y el destino sella la fatalidad de una temprana muerte.

Loca, Delirio de Pizzicato, Endoso Lírico, La amarga plegaria de unos labios en flor, Mi amada*, Suma de Bienes, La Amada Inefable, junto a las letras musicalizadas de Canción del Soldado, Paraguaýpe, Ne rendápe aju, Panambi vera , Mburikao la segunda letra de India (que es la versión conocida universalmente), son flores de un vergel que aún perdura con su aroma lírico en la poesía paraguaya. Además, es justo reconocer la talla de artista, la solidaridad en la lucha por fortalecer la producción cultural, cuando decididamente alienta a José Asunción Flores a seguir creando, a sobreponerse de los embates de los descreídos y al desaliento de una crítica inmisericorde, incentivándolo a proseguir la lucha, continuar creando...

Ese es otro de los méritos que, en justicia, acreditamos al poeta del Guairá, quien tempranamente, a los 39 años, apagó su vida en Asunción, cuando corría el año de 1933.

Se suman al aporte artístico-cultural de Manuel Ortiz Guerrero sus obras para teatro escritas en verso, destacándose El Crimen de Tintalila, tragedia en tres actos, escrita en Asunción en el año 1922, y Eirete, en Villarica. en 1920.

Ortiz Guerrero fue hijo de Vicente Ortiz, Juez de Paz de distintos pueblos, y doña Susana Guerrero, fallecida al dar a luz a Manuel, quien fue confiado a la crianza de su abuela paterna, doña Florencia Ortiz.

Cursó la primaria y parte de la secundaria en Villarrica. Fueron sus compañeros relevantes figuras de las letras paraguayas, como Natalicio González, Leopoldo Ramos Giménez y Facundo Recalde. Sus restos descansan en Villarrica.

Vicente Lamas lo define en esta frase: "Fue excelso vate, y su mejor poema fue su vida".

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(Manuel Ortiz Guerrero) por Alcides Rojas Dávalos

*Estos enlaces remiten a textos en castellano disponibles en El rincón del gran Manú - Última actualización: 22-07-02-


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Última actualización: 28.09.2006 00:17